España va mal (y el mundo)

En ocasiones hay que hacer un extraordinario esfuerzo para entender lo que pasa en política, en otras es tan elemental que se ve con meridiana claridad. La huelga del transporte, que está poniendo España patas arriba es un claro ejemplo de ambas visiones, de la estupefacta claridad y de la anodina interpretación de las voces oídas.

No vamos por los cerros de Úbeda y nos olvidamos de lo importante, al margen de las reivindicaciones de los transportistas. Lo esencial de esta disputa nacional, no son las exigencias de unos y las incomodidades de otro, lo esencial es el mensaje soterrado y muy claro por otro lado que da. Dos son las conclusiones que se pueden sacar. La primera que el sistema economíco de España, y de casi todo el mundo, de corte capitalista, neoliberal y conservador (por muchos matrimonios gays que se oficien) es un sistema no válido y tremendamente injusto y desgarrador. El segundo mensaje es que se debe cambiar urgentemente, el combustible que mueve el país, el motor del país, por otras energías más baratas y ecológicas.

A bote pronto suena a utopía o a ingenuidad, pero es que no hay otra solución, o se cambian  los pilares de la sociedad y su forma de sotenerse, o nos vamos todos a tomar por el culo. La huelga de camioneros, de la pesca y si los sindicatos principales no fuesen unos moñas, la general, son meras memeces con lo que nos espera. El gobierno español no quiere enterarse de que hay crisis, pero una crisis de cojones, creo que para que no digan que es por culpa de ellos. En efecto no es culpa directa del PSOE o del PP, es culpa de todos, por la clase de sistema político-económico que llevamos. La liberación y privatización masiva practicada por los gobiernos, de diferente color, es muestra de ello. La firma de tratados internacionales, como la intentona de la Constitución Europea, y la poca vergüenza del Pacto de Lisboa, son más pruebas. El robo descarado del cambio del Euro, el poder absoluto de la banca española (BSCH y BBVA, etc), la inmunidad de los grandes industriales y constructores, la corrupción urbanística, la prevalicación de la justicia, el doble racero de los juicios, la parcialidad y deshonor de los poderes públicos, la mafia organizada de ciertos agentes y autoridades del estado, etc. son prueba de ello. El sistema invita a la corrupción, es una mano tendida, donde se sabe que se allanarán los caminos para aquellos que tienen dinero y quieren más, sin más impedimentos que el que se pueda comprar. Mentira la democracia, mentira la justicia, mentira la igualdad, mentira casi todo lo que nos hace creer.

Por ello, tras este pensamiento, aunque los camioneros consigan sus reivindicaciones, el problema no ha hecho más que empezar. La cosa esta mal y estará peor. Es que es tan fácil que produce escalofrío: debemos mandar a hacer puñetas los combustibles fósiles y regenerar la democracia. Hasta que esto no se consiga será pan para hoy, hambre para mañana, o lo que es lo mismo, toda medida tomada en pro de mejorar en esta economía mortecina está destinada en última instancia a fracasar.

Me pregunto, ¿es qué nadie se da cuenta o no lo ve?

España, con su crisis económica: subida de los combustibles, de los tipos de interés (euribor), de la electricidad, del gas, del agua, de los alimentos, con el correspondiente desface entre el poder adquisitivo y los precios al consumo por culpa del Euro y del petróleo, con el creciente paro, el sector de la construcción (pilar principal de la bonanza económica) en sus horas más bajas, etc. es solamente un pequeño reflejo de lo que está pasando en todo el mundo. Este reflejo indica parte de lo que he dicho antes, pero se resume en poco: estamos en manos de las grandes corporaciones, que dictaminan qué es lo que tiene que pasar en el mundo, que para eso son los dueños del dinero, de la industria, de la especulación, del petróleo, y los creadores de las instituciones económicas del mundo, entre ellos la CEE. Lo peor es que muchos lo saben y no hacen nada, muchos políticos se venden, prefieren estar con los que mandan, en vez de luchar contra ellos. ¡Qué casualidad que se quiera imponer un horario de trabajo en Europa propio del siglo XIX en estos momentos! Pienso que esta crisis económica es inducida, que tal vez se les pueda escapar de la mano a sus creadores, pero que probablemente consigan sus objetivos: convertir a la población en esclavos sumisos, aún más si cabe.

Me pongo negro o marrón con estas cosas. Pero, ¿que coño se puede hacer?

Otro día daré ideas, revolucionarías claro y un tanto drásticas.

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